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SELVA

LACANDONA

El tiempo de los mayas se ha detenido en un lugar único e irrepetible, La Selva Lacandona, un paraíso exuberante, lleno de vida. Disfruta de la cultura, la naturaleza y la aventura en este hermoso paisaje.

 

En ella se encuentran grandes atractivos turísticos como Bonampak, Yaxchilán y Lacanjá además de centros ecoturísticos que ofrecen tours de aventura, como Rafting, Kayak y caminatas. En la selva conviven los lacandones, tsltales, ch’oles, tsotsiles, zoques y tojolabales quienes como pueblos originarios y campesinos continúan con el resguardo de nuestros bienes comunes y el uso compartido de ellos, porque para ellos su cuidado y multiplicación no están vinculados a su valor comercial, sino con los propios procesos de vida aprendidos de nuestra madre tierra, de los cuales han venido construyendo desde sus ancestros.

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Pero hay personas que no entienden estos procesos y valores. Actualmente los pueblos originarios de la selva se encuentran enfrentado al mal gobierno puesto al servicio de corporaciones transnacionales y potencias mundiales, quienes han diseñado leyes y emprendido una voraz política vinculada al modelo extractivo depredador, maquillado de verde, disfrazado de conservación y de aprovechamiento sustentable. Porque, a pesar de que están prohibidas las actividades de exploración y extracción de hidrocarburos en algunas regiones de la selva, los pueblos y la misma naturaleza se enfrentan a proyectos que garantizan su destrucción

VERDE, QUE TE QUIERO VERDE

Uno de los jinetes que cabalgó por la selva fue el proyecto REDD+ (Reducción de Emisiones por Deforestación y Degradación evitada de bosques). Un programa creado supuestamente para evitar la emisión de gases con efecto invernadero provocados por la deforestación, pagando con bonos de carbono a las compañías para que deforesten un poco menos. O a las comunidades, para que técnicos foráneos les hagan un plan de manejo, que en la práctica significa que no pueden usar el bosque y pierden autonomía sobre el territorio. Para las empresas es un tremendo negocio; pueden seguir contaminando y además revender parte de los bonos a un precio mayor a otras empresas. El “+” hace referencia al aumento de reservas de carbono forestal que incluye también monocultivos y los productos que generan.

 

Actualmente el gobierno mexicano, en su intención de profundizar REDD+, a través del Fondo Cooperativo para el Carbono de los Bosques, promueve una iniciativa nacional que busca sentar las bases de la reducción de la deforestación y la degradación forestal a partir de un modelo de gestión del territorio y de desarrollo rural sustentable (IRE). Esta Inicitiva está impulsada por el Banco Mundial, apoyada por las donaciones de países industrializados y multinacionales extractivas como la British Petroleum (BP).

 

Se pretende vender a transnacionales el carbono que absorben los bosques y, para dar garantías a este negocio, desalojar a las comunidades. Así mismo, existe la imposición de Áreas Naturales Protegidas (APNs) bajo control gubernamental y la concesión y privatización gradual de dichas zonas.

 

Ya desplazados y desarraigados, sin servicios ni medios de vida, la generosa oferta del gobierno de Chiapas es que sean peones en las plantaciones para biocombustibles.

 

REDD+ y IRE son conocidas y viejas formas de colonialismo disfrazadas de verde que responsabilizan a las comunidades indígenas y campesinas de los países del sur intertropical, de ser los sumideros del dióxido de carbono que los países del norte industrial emiten. Obligándolas, entre otras acciones, a construir reservas boscosas o las criminalizándolas si se oponen. El gobierno, como dueño y negociador legítimo del carbono, no les consulta y busca sustituir sus prácticas tradicionales de subsistencia por un mercado que genera dependencia de insumos externos.

DE PUEBLOS DEL MAÍZ
A PUEBLOS DE LA PALMA ACEITERA

El gobierno afirma que las plantaciones de palma se están instalando en hectáreas previamente deforestadas por la ganadería y otras actividades que ya no son rentables. Sin embargo, la meta de lograr 900.000ha deja claro que seguirán destruyendo selvas, bosques y otros ecosistemas.

 

Estos cultivos incrementan la contaminación del agua con agroquímicos en las regiones de alta biodiversidad, asegurando su pérdida, inundaciones, agravamiento de las sequias, erosión de suelos y por supuesto, privatización de ejidos y tierras comunales. Las plantaciones de palma (que van de la mano de otros monocultivos como el mango, el plátano o el café) no almacenan más carbono que los bosques. Por tanto, además de degradar el ambiente, Chiapas irá aportando más CO2 para el cambio climático, mientras empobrece a sus habitantes.

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