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SAN CRISTÓBAL DE LAS CASAS

El pueblo más mágico de los pueblos mágicos. San Cristóbal de las Casas es uno de los más bellos y originales de Centroamérica. Su imagen colonial de calles adoquinadas, aún conserva sus tradicionales iglesias y plazuelas, evocando un ambiente único de pluralidad cultural donde conviven multitud de culturas, lenguas y estilos, sin olvidar a los indígenas o pueblos originarios, nombrados como culturas vivas, mismos que son utilizados para la promoción turística, socialmente explotados y étnicamente discriminados.

 

Disfrutarás de una gran oferta gastronómica, una arquitectura vernácula llena de armonía y color, artesanías de gran calidad, color y diseño y fiestas tradicionales de cada patrón de barrio. Sin embargo sus casas de teja, patios floridos, hotelitos acogedores, y cafés orgánicos que le dan un aspecto pintoresco se pueden observar tan sólo en el teatro conocido como centro. Una vez salimos de él, el paisaje cambia drásticamente. Calles sin pavimentar, pésimos o nulos servicios de drenaje que nos muestran el abandono y la degradación preexistentes. Todo esto, endulzado por condiciones históricas y dinámicas en las relaciones sociales hacia comunidades indígenas basadas en modelos ideológicos coloniales y neocoloniales, que obviamente no favorecen a todos.

 

México es indiscutiblemente uno de los grandes destinos del turismo a nivel mundial, el cual  representa ya la tercera fuente de los ingresos en divisas del país. San Cristóbal, con cientos de miles de turistas anuales, casi 200 hoteles (y un sinnúmero de Airbnb) y otros 200 restaurantes, se ha convertido en uno de los mayores focos turísticos del país, eso sí, con 20/30 toneladas más de basura producida diariamente en época vacacional. 

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El acceso al agua para consumo humano en San Cristóbal de Las Casas y en los municipios que conforman la Cuenca del Valle de Jovel es crítico. Paradójicamente Chiapas cuenta con vastas fuentes de acuíferas, pero el escaso acceso al agua evidencia la histórica discriminación hacia pueblos originarios y en particular hacia las mujeres. A su vez, Chiapas cuenta con los mayores índices de mortalidad en niños y adultos mayores por desnutrición y enfermedades gastrointestinales. Todas las fuentes de abasto de agua en la ciudad presentan riesgos microbiológicos responsables de enfermedades gastrointestinales. Esto se debe en gran medida, a que sólo 12 plantas de tratamiento de aguas residuales, de las 194, están funcionando y el drenaje que acarrea las heces de San Cristóbal de las Casas termina en los ríos, los lagos y los humedales de la cuenca de Jovel. Nuestro gobierno en vez de reparar las decenas de plantas de tratamiento de agua en desuso, prefiere renovar concesiones de agua a transnacionales -como a Coca Cola-FEMSA- y abandonar la salud y el acceso al agua a la suerte del destino. Coca Cola-FEMSA, extrae cantidad suficiente para abastecer a 200 mil habitantes con 80 litros por persona diariamente durante un año. Tanta agua en los ríos y lagos y tanta falta de agua en las casas.

DESTAPA LA FELICIDAD,

TAPA TU LLAVE

Desde 1994 Coca Cola comenzó a explotar el Cerro del Huitepec, considerado como un “volcán de agua” y ahora busca abrir una segunda fábrica en los municipios de Huixtán y Zinacantán, para seguir vendiendo su producto un 30% más barato que en otras regiones, cooptando a población indígena.

 

La crisis del agua se ve afectada del mismo modo por la extracción, desde hace más de siete décadas, de millones de toneladas de materiales pétreos, arena y grava, de cerros del oriente de San Cristóbal. La extracción ha ocasionado un deterioro ambiental irreversible que suma al del agua, la deforestación de decenas de hectáreas, la erosión acelerada, la merma de acuíferos y humedales, además de asentamientos en zonas de riesgo y la afectación a más de 100 especies de aves migratorias y peces. Por si no fueran pocos los problemas que enfrenta hoy San Cristobal.

El turista trae beneficios y perjuicios, no garantiza el desarrollo y a veces distorsiona lo que valora. Sin olvidar que sostiene de forma ingenua el orden colonial que supone el turismo. Hay países emisores y receptores; los flujos están orientados (desde el Norte hacia el Sur) y las relaciones sociales también parecen claramente normalizadas (ociosos y trabajadores, cuando no ricos y pobres), además de generar problemas como nuevas formas de marginación, rencillas y recelos, fomentando la especulación inmobiliaria con la creación de zonas de departamentos, y la acentuación del caciquismo, muy presente en la no tan distante historia esclavista chiapaneca.

 

El turista se pasea por estos escenarios llamados “andadores” con unas condiciones de seguridad aceptables y creyendo que asiste a una comunión con "el otro mundo" sin darse cuenta de que probablemente es él mismo quien lo está creando.

 

La población indígena se ha involucrado en el turismo cubriendo diferentes funciones. Han sido mano de obra barata en la producción para consumo en cafeterías y restaurantes, son productores de trajes tradicionales y artesanías para las tiendas de souvenirs, han trabajado como sirvientes en hoteles y restaurantes, bailando danzas y representando ceremonias religiosas-culturales (desvirtualizando algunas ceremonias y actividades tradicionales que eran parte de la identidad y cohesión social y que pasan a ser parte del espectáculo para el consumo) y reinventando las artesanías para el gusto europeo o politizado, como los tradicionales muñecos de lana, vestidos ahora con toda la estética de la insurgencia zapatista: pasamontañas, rifles y montados a caballo.

SIN PISO,

NO HAY PARAÍSO

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